Fachadas: por qué es importante cuidarlas

El cuidado de las fachadas de edificios, comercios y viviendas en general va mucho más allá que una cuestión estética. En esta nota, te contamos cómo mantener fachadas, quién debe hacerlo y cuándo es necesario pedir asesoramiento.

Cualquier daño en una fachada, por mínimo o inofensivo que parezca, puede repercutir en el interior de un inmueble. Las fachadas son algo así como la piel de los edificios y viviendas, por eso es tan importante una manutención adecuada, cuidado y/o asesoramiento en la eventualidad de reformas, mejoras, o incluso obras. Además de ser “la piel” de una vivienda, una fachada también es su la carta de presentación, es decir, la cáscara por la cual nos fascinamos o salimos espantados de un departamento o vivienda. En este sentido, la sugerencia principal a tener en cuenta es muy similar a la que inquilinos y propietarios deben considerar si sufren algún desperfecto en sus propiedades: en vez de esperar hay que llamar al consorcio, informar, reclamar, insistir. Con respecto al cuidado de las fachadas, el accionar es el mismo: hay que estar atentos a pequeños desperfectos que puedan surgir para poder solucionarlos antes de que causen un daño mayor. Un ejemplo de algunos de estos desperfectos son las humedades o grietas, tan comunes con el paso del tiempo.

Las fachadas son manutenciones comunes o que se costean “en común”, por eso, es probable que el costo de mantenerlas o revisarlas aparezca como un gasto extraordinario en la liquidación de expensas. Esto último significa que la manutención es responsabilidad de los propietarios y no de los inquilinos.

A continuación, algunos puntos a tener en cuenta cuando evaluamos el estado de las fachadas:

  1. Para garantizar un correcto mantenimiento hay que monitorear y/o revisar el estado de las fachadas en forma periódica. Los edificios con una antigüedad superior a 50 años deben presentar informes especiales que garanticen su estado o eventual deterioro. Una fachada mal mantenida asegura problemas en el interior del edificio, y además puede poner en serio riesgo a la comunidad. Una fachada en mal estado puede significar, por ejemplo y en última instancia, el preámbulo de un derrumbe.
  2. La rehabilitación de fachadas es una necesidad periódica para la gran mayoría de los edificios, ya que con el paso del tiempo los edificios se van deteriorando debido principalmente a los efectos del clima y la contaminación. Hay empresas especializadas en esos temas.
  3. Los consorcios deberían siempre tener un presupuesto o saldo a favor de la posible o eventual rehabilitación de fachadas.
  4. Deterioros en la fachada influyen en la calidad de vida de las personas que habitan en el edificio, como el aislamiento de frío, el aislamiento acústico, entre otros.
  5. Una fachada restaurada o bien cuidada revaloriza el valor de las viviendas que la conforman. Una alternativa que agrega valor es invertir en fachadas con correcto aislamiento para evitar perdidas de energía: la calefacción, por ejemplo, es un gasto que puede controlarse con una fachada correctamente aislada. Además de calidad de vida, se gana un ahorro importante de energía.

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