Ruidos molestos: 5 estrategias para evitarlos

La convivencia entre vecinos puede estallar si es amenazada por la existencia frecuente de ruidos molestos. Nadie está exento de vivir con ruidos que condicionen su vida diaria. A continuación, te acercamos una serie de alternativas para evitarlos, reclamar y asegurar la paz en el hogar.

¿Una fiesta en una casa particular puede producir ruidos molestos? Sí, si el volumen es excesivo. ¿Una moto con caño de escape libre puede causar ruidos molestos? Sí, también. ¿Picadas ilegales en zonas urbanas? Sí, sobre todo en la noche cuando el silencio en el casco urbano es mayor y se propagan más fuerte los sonidos. Sin embargo, no todos los ruidos molestos son medibles. Por ejemplo, las voces de personas, ladridos de perro, carga y descarga de mercadería, entre otros, no son considerados fuentes fijas o transitorias sancionables. El ruido se puede medir desde el domicilio o desde la vía pública. Se recomienda hacerlo desde el domicilio ya que, en vía pública, los resultados pueden ser diferentes a los que se perciben en la casa.

¿Qué es un ruido molesto?

Se considera “ruido molesto” a las emisiones sonoras que excedan en un cierto margen al ruido de fondo preexistente o cuando los mismos alcancen un determinado valor establecido. En tanto, son vibraciones, las ondas o conjuntos de ondas que trasmitan movimientos oscilatorios susceptibles de provocar incomodidad o molestias físicas a las personas o involucren un peligro de daño o deterioro en las estructuras.

A veces, los ruidos molestos desesperan a los que los sufren. Estas son las alternativas, caminos o estrategias para conocer cómo tratarlos y en su defecto, y si fuera necesario, denunciarlos:

  1. Conocer la ley. Los ruidos molestos constituyen una contravención cuya regulación es competencia de la ciudad de Buenos Aires. Según indica la Dirección General de Control Ambiental hay distintas penas, de acuerdo a si la molestia proviene de un vecino o si surge de una actividad comercial.
  2. El diálogo. Más allá de conocer las leyes, hay que encontrar las vías para alcanzar una solución pacífica y si es posible, sin complicaciones, ni trámites engorrosos. Si el problema es con un vecino del edificio, conviene observar el reglamento de convivencia e intentar solucionar la cuestión sin intermediarios. La mayoría de los consorcios tienen incorporado en su reglamento de copropiedad un artículo correspondiente a ruidos molestos. Los horarios tolerables, en general, son los días hábiles de 9 a 12 y de 16 a 19, en tanto que los sábados suelen tener el beneficio de la “tolerancia colectiva” en caso de fiestas eventuales.
  3. Mediación. Una segunda posibilidad es la administrativa, en donde se apela a las autoridades de la ciudad sin llegar a la instancia judicial. Se trata de la “mediación comunitaria”, a la que se puede acceder presentándose con el documento de identidad en los Centro de Gestión y Participación (CGP) barriales. Allí se debe pedir una audiencia gratuita con un mediador y asegurarse que se envíe una cédula de notificación a la parte demandada.
  4. Acción judicial. Si se llega a la instancia de la intervención judicial, como primera media conviene llamar al 147, al 911 al comando radioeléctrico de la policía, o acudir a la comisaría cercana y solicitar que se presenten.
  5. Recurrir a materiales especiales. Más allá de las instancias en las que intervienen mediadores o incluso la fuerza pública, hay veces que habrá que recurrir al aislamiento acústico en la propia vivienda, ya sea porque los ruidos del exterior son inevitables o porque somos nosotros mismos los emisores y queremos evitar conflictos.

Si aún es necesario recurrir a la ley, la convivencia con ruidos molestos puede denunciarse ante ante la Justicia Contravencional y de Faltas, llamando al 0800–333-47225 (0800-FISCAL) las 24 horas del día, o ante la Comisaría respectiva, como autoridades competentes en materia de aplicación del Código Contravencional de la Ciudad, el cual en su Artículo 72 establece como conducta típica en materia de ruidos molestos el “perturbar el descanso, la convivencia o la tranquilidad pública mediante ruidos que, por su volumen, reiteración o persistencia, excedan la normal tolerancia“.

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